Las mujeres y la inclusión financiera: un desafío y una oportunidad para el desarrollo

Aprende sobre el papel de la mujer en la inclusión financiera

Aunque el papel de la mujer en la mayoría de ámbitos ha sido considerablemente más difícil, hoy el panorama ha cambiado y es mucho más alentador. A nivel empresarial América Latina se ha posicionado como la región con mayor porcentaje de emprendimiento femenino en el mundo, con mujeres entre los 45 y 64 años, según el informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM).

Además, el Banco Mundial, en uno de sus más recientes informes indica que las mujeres representan el 41.6% de la población económicamente activa en Latinoamérica y el Caribe, contribuyendo así, con su actividad empresarial, en un 30% a la reducción de la pobreza extrema en toda la región. Por eso en este artículo queremos mostrarte cómo funciona la inclusión financiera y cuál es el papel de la mujer dentro de la misma. Sigue leyendo y entérate de más.

Qué es la inclusión financiera

Es el acceso y uso de productos o servicios financieros adecuados, asequibles y de calidad, como cuentas bancarias, créditos, seguros, ahorros y pensiones, que permiten a las personas mejorar su bienestar económico y social. La inclusión financiera es un derecho humano reconocido por las Naciones Unidas y un factor clave para el desarrollo sostenible, la reducción de la pobreza y la igualdad de género.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos existe una brecha importante que crea la necesidad de superar los retos para incluir a la mujer e impulsar sus acciones empresariales. Por otro lado, según el Banco Mundial, en 2021 había 1.700 millones de personas en el mundo que no tenían una cuenta bancaria, de las cuales el 56% eran mujeres.

Esto significa que hay una diferencia de género de 9 puntos porcentuales en el acceso a los servicios financieros a nivel global, que se amplía hasta 18 puntos en el sur de Asia y 27 puntos en Oriente Medio y el norte de África.

La mujer en el mundo de las finanzas

Las mujeres enfrentan múltiples barreras para acceder y usar los servicios financieros, como la falta de ingresos propios, la discriminación legal y social, la baja educación financiera, la brecha digital, la violencia de género y las responsabilidades domésticas y de cuidado no remuneradas. Estos factores limitan su autonomía económica, su capacidad de tomar decisiones y su participación en el mercado laboral, el emprendimiento y la política.

La buena noticia es que a través de los años el empoderamiento femenino ha permitido obtener una respuesta positiva por parte de las mujeres a la hora de crear empresa y generar empleo. Trayendo consigo beneficios tanto individuales como colectivos.

Por ejemplo, a nivel individual, las mujeres que acceden y usan los servicios financieros pueden aumentar sus ingresos, ahorros, seguridad económica, empoderamiento y resiliencia ante las crisis. A nivel colectivo, la inclusión financiera de las mujeres contribuye al crecimiento económico, la estabilidad financiera, la reducción de las desigualdades, desarrollo humano y la protección del medio ambiente.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), si se cerrara la brecha de género en el acceso al crédito bancario en los países emergentes, el producto interno bruto (PIB) per cápita podría aumentar en un promedio del 6%. Asimismo, según informes de la ONU Mujeres, si se aumentara la participación laboral femenina al mismo nivel que la masculina, el PIB mundial podría crecer en un 26% para 2025.

Qué se debe hacer para lograr la inclusión femenina

Para lograr la inclusión financiera de las mujeres se requiere de una acción coordinada y articulada entre los diferentes actores del ecosistema financiero: gobiernos, bancos multilaterales, bancos centrales, instituciones financieras públicas y privadas, organizaciones de la sociedad civil, academia y medios de comunicación.

Estos actores deben diseñar e implementar políticas públicas, regulaciones, productos, servicios e iniciativas que respondan a las necesidades específicas y diversas de las mujeres, eliminen las barreras desiguales, y promuevan su educación financiera y digital.

Algunas buenas prácticas que se han implementado en América Latina y el Caribe para fomentar la inclusión financiera de las mujeres son:

  • Creación de cuentas bancarias simplificadas o digitales para facilitar el acceso a los servicios financieros a las personas no bancarizadas o con baja actividad. Estas cuentas permiten abrir una cuenta con un documento de identidad válido, sin requisitos mínimos de saldo o comisiones. Un ejemplo es la Cuenta DNI del Banco de la Nación del Perú.
  • Entrega de transferencias monetarias condicionadas o no condicionadas a través de medios electrónicos o digitales a las mujeres beneficiarias de programas sociales. Estas transferencias pueden incentivar el uso de los servicios financieros, así como mejorar la seguridad y transparencia en el manejo de los recursos. Un ejemplo es el programa Familias en Acción de Colombia.
  • Desarrollo de productos financieros adaptados a las necesidades y preferencias de las mujeres emprendedoras o empresarias. Estos productos pueden ofrecer condiciones favorables de crédito, asistencia técnica, capacitación empresarial, redes de apoyo o incentivos fiscales. Un ejemplo es el programa Banca Mujer del Banco Nacional de Costa Rica.
  • La promoción de la educación financiera y digital de las mujeres a través de programas, cursos, talleres, plataformas o campañas de sensibilización. Estas acciones pueden mejorar los conocimientos, habilidades y actitudes de las mujeres para tomar decisiones financieras informadas y responsables. Un ejemplo es el programa Finanzas para el Cambio de ONU Mujeres y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La inclusión financiera de las mujeres es un desafío y una oportunidad para el desarrollo. Es un desafío porque implica transformar un sistema financiero que históricamente ha excluido y discriminado a las mujeres. Es una oportunidad porque implica aprovechar el potencial económico y social de las mujeres para generar un cambio positivo en sus vidas, sus familias, sus comunidades y sus países.